Lunes.
17.30 h.
No se veía el sol entre las nubes, pero no por ello se había ensombrecido nuestro día. Íbamos saltando por la calle de alegría, cantando “vamos de paseo pi pi pí”. Algunos nos miraban con cara poco amable, seguro que tenían envidia y querían ponerse a cantar con nosotros…
La explicación a este derroche de euforia era la esperada visita al centro de tercera edad “Ayquemedueleelmenisco”. Llegamos al edificio y miramos, satisfechos, la placa con el nombre del centro antes de entrar. Subimos las escaleras con ánimo, deseosos de visitar a nuestros queridos amigos de piel colgante, como los buenos samaritanos que somos.
Ansiábamos saber qué es de su vida, que cómo está la batidora y que si la usan mucho (no lo preguntamos porque tengamos que diseñar una batidora, sino por simple interés, porque nos preocupamos por todos, incluso las batidoras, ¡no seáis malpensados!). Llevábamos hasta dos cámaras y una grabadora para que quedase constancia de tan memorable encuentro. Estábamos a las puertas de una sala donde nos aguardaban los vejetes, veíamos ya la ilusión de sus miradas en nuestra mente.
Las puertas se abrieron y entramos.
- ¡¡Hola, buenas tardes!! Somos estudiantes de diseño y queríamos hacerles unas preguntas sobre su batidora, por si las batidoras que usan aquí no trocean todos los tropezones y se les quedan enganchados en la dentadura.
- ¡Oh, pues muy bien, cariño! Yo te contaré...
Esa fue una de las pocas almas cándidas que quiso disfrutar de nuestra compañía.
- ¡Hola! Somos estudiantes de diseño, y queríamos saber bla bla bla
- Lo siento, monina, que estamos jugando un campeonato de cartas y no podemos dejarlo ahora.
-… Bueno, pues gracias, ¿eh? – sonrisa forzadísima, en ese mometo supe lo que sienten los del Círculo de Lectores.
Las que contestaban esto aún eran algo diplomáticas: Vi como una vieja loca le tiraba la baraja a una compañera en todas las narices, dejándola inconsciente y prácticamente desangrándose. La vieja se cachondeaba (la dentadura se le despegó de la risa que llevaba encima).
Después de aquello, nos dimos cuenta de que puede que no fuésemos tan bien recibidos como creíamos. Así que cogimos nuestras cosas y nos largamos de allí antes de que nos lanzaran fichas de parchís asesinas.
Pero esto no quedará así, no… ¡ni mucho menos! ¡Que tenemos grabada la terrible agresión de la demente esa! ¡Toooooooma denuncia! ¡JA! ¡Que les den! ¡Que les visite su perro!
NOTA: Para que os hagáis una idea de las viejitas afables, esta es una fotografía de los hechos.
