Hace tiempo escribí una entrada sobre lo maravillosas y supermegachupiguays que son las palabras. Sí, ahora va el “pero”.
Crees no escuchar nada, creemos conocer el silencio, ¡quieto ahí! Un leve (o no tan leve) murmullo invade nuestros tímpanos, que a fuerza de escucharlo a todas horas dejan de detectarlo. Vamos, lo mismo que cuando estás tan tranquilo en tu habitación, entra tu madre y cae redonda en el suelo: justo antes de desmayarse logrará soltar un susurro ininteligible que dirá: “aquí huele a humanidad”.
Parece ser que el homo sapiens sapiens ha desarrollado, no una facultad, sino una obligación por hablar.
Hablar del calor, del late night que no pudiste ver anoche, de lo mayor que está la hija del cuñado… No importa de qué, la cuestión es hablar.
Tenemos la obligación de tejer una malla verbal. Cada palabra se entrelaza con las del interlocutor. Y debes tejer. No importa el estampado que se crea: descolorido, resistente, multicolor… Si dejas de tejer, dejas un horrendo agujero en la tela. Nadie quiere una tela agujereada.
El torrente continuo de palabras me satura. Y lo mucho, cansa. ¿Es que el silencio no se va a poner de moda nunca?
viernes, 6 de marzo de 2009
lunes, 9 de febrero de 2009
yes very well thank you
Tras semanas de enclaustramiento estudiantil, he vuelto a ver la luz de un sol no demasiado radiante. Una ingente cantidad de gente yendo y viniendo, su calor yendo y viniendo, no se puede decir que generase mucho calor…
Señalaba emocionada edificios inmensos de tinte clásico con dificultad (sí, volví a perder los guantes, para variar ¿qué pasa?). Con una mirada a la persona adecuada pude conseguir unos guantes que disminuyeran ligeramente el entumecimiento. Supongo que hubiera sido más fácil comprarme unos, pero me negué rotundamente a darles mis libras (wiiiiiiiii) a unos indios atosigadores y cansinos a morir.
- No! Cansino!!! Ya no me gusta tu gorro! Me lo iba a comprar, pero has conseguido ponerme de los nervios! Cansiiiino! - le dije.
…
Bueno, vale, no se lo dije… pero me hubiera quedado muy a gusto!
También podía haber sonreído con mi sonrisa encandiladora y tendría 20 guantes a mi disposición, pero que yo sepa nadie goza de visión de rayos X, y yo no estaba dispuesta a apartar de mi cara la bufanda (¡Bendita bufanda! ¿Qué hubiera sido de mí sin ti?). Además, no es que me apetezca que vean que Rudolf existe…
El viento helado y yo tuvimos una larga conversación, me dio a entender que el indio ese no era tan cansino, y que ahora podría tener unos cálidos guantes donde resguardar mis dedos enrojecidos. “Ahora te jodes” me dijo.
El frío hiriente, la bufanda humedecida por mi aliento, las manos agarrotadas, los pies/pantalones/calcetines mojados se vieron eclipsados por un blanco radiante. Un blanco envolvente, un blanco delicado… nieveeeeeeeeeee!!!!uuuuuhuuuuu!!!! Haciendo alarde de mi madurez natural, me puse a dar bolazos de nieve a discreción, ¿manos entumecidas? ¿Qué es eso?
Y nevaba!
Y nevaba
Y nevaba...
Nevaba…
...
Maldita nieve!!!!! No puedo ver bien porque se me mete en los ojos, tengo los pies helados! Tengo frío y estoy cansada! Quiero irme a mi casaaaaa
Señalaba emocionada edificios inmensos de tinte clásico con dificultad (sí, volví a perder los guantes, para variar ¿qué pasa?). Con una mirada a la persona adecuada pude conseguir unos guantes que disminuyeran ligeramente el entumecimiento. Supongo que hubiera sido más fácil comprarme unos, pero me negué rotundamente a darles mis libras (wiiiiiiiii) a unos indios atosigadores y cansinos a morir.
- No! Cansino!!! Ya no me gusta tu gorro! Me lo iba a comprar, pero has conseguido ponerme de los nervios! Cansiiiino! - le dije.
…
Bueno, vale, no se lo dije… pero me hubiera quedado muy a gusto!
También podía haber sonreído con mi sonrisa encandiladora y tendría 20 guantes a mi disposición, pero que yo sepa nadie goza de visión de rayos X, y yo no estaba dispuesta a apartar de mi cara la bufanda (¡Bendita bufanda! ¿Qué hubiera sido de mí sin ti?). Además, no es que me apetezca que vean que Rudolf existe…
El viento helado y yo tuvimos una larga conversación, me dio a entender que el indio ese no era tan cansino, y que ahora podría tener unos cálidos guantes donde resguardar mis dedos enrojecidos. “Ahora te jodes” me dijo.
El frío hiriente, la bufanda humedecida por mi aliento, las manos agarrotadas, los pies/pantalones/calcetines mojados se vieron eclipsados por un blanco radiante. Un blanco envolvente, un blanco delicado… nieveeeeeeeeeee!!!!uuuuuhuuuuu!!!! Haciendo alarde de mi madurez natural, me puse a dar bolazos de nieve a discreción, ¿manos entumecidas? ¿Qué es eso?
Y nevaba!
Y nevaba
Y nevaba...
Nevaba…
...
Maldita nieve!!!!! No puedo ver bien porque se me mete en los ojos, tengo los pies helados! Tengo frío y estoy cansada! Quiero irme a mi casaaaaa
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