jueves, 6 de marzo de 2008

¿Por qué a mí?

Reitero, ¿POR QUÉ A MÍ?

Pero si yo soy buena persona, no he hecho nada malo para merecer tener un día tan deprimente como lo está siendo hoy... ¡Me cagüen la hostina jodía! (como diría mi abuelo).

El día ha comenzado para mí a las cuatro de la mañana, cuando me despertó el maldito móvil, pidiendo a gritos que lo pusiera a cargar. De todas formas yo, pensé, " ¿y una mierda de móvil me va a decir a mí lo que tengo que hacer?JA! Ahí te quedas, pita todo lo que quieras." Y me volví a dormir...o al menos lo intenté.

Pero no lo conseguía, supongo que subestimé el poder persuasivo del móvil. Tremendamente irritada y medio dormida, le dije: ¡¿A sí?! Pues ahora te jodes y te apago!!

Más tarde, a las 6.30, sonó el despertador, y mi mano, llevada por el sueño (que no por mí) lo apagó y seguí sumergida en las delicias de Morfeo. Craso error. Media hora más tarde, volví a ser yo y vi que tenía 15 míseros minutos para prepararme. Me dispuse a decirle a mi compañera de metro que no me esperara, pero me di cuenta de que el móvil estaba apagado, sin una maldita pizca de batería. No me quedaba más remedio que prepararme en 10 min, no la iba a hacer esperar. Ni hice la cama, ni me preparé el almuerzo ni desayuné.

Llego a donde solemos quedar, y no aparecía... Encima que me doy un montón de prisa, va y no aparecía... Me estaba entrendo una mala leche... Pero tampoco la podía culpar, que igual me había avisado que no iba y yo, por tener el móvil apagado, no me había enterado. ¡¡¡¡De p... madreeee!!!

El trayecto en el metro, bien, como un hidromasaje humano: Estrujamiento por todos lados. Incluso se podía percibir el vapor alzándose. Sólo que en lugar de proceder del agua caliente, lo hacía de mi linda cabecita. Al menos me entretuve escuchando a unos de Prosegur que estaban siguiendo a un individuo:
- 1.65, chaqueta marrón, al lado de la puerta. - susurró el que se parecía a Vin Diesel.
- ¿Lo detenemos?
- No, todavía no,ahora mismo no está haciendo nada...

Interesante, lamenté tener que bajar.

En el tranvía me encontré con dos chicas, una me cae genial, la otra todo lo contrario. ¿Que a quién me refiero? Está claro, no puede ser otra que la Única, Inimitable, Irrepetible Iaiaaaa.

Llegamos tarde a clase, toca prácticas de física, va por parejas. Habíamos llegado tarde, así que todos tenían pareja ya. Oigo una voz estridente por detrás, que me saca de quicio:
- Bueno, nos tendremos que poner tú y yo juntas, ¿no? - Me giro, pero no veo a nadie. Miro hacia abajo y allí estaba ella: mi adorada Iaia...
- Sí... - replico débilmente, resignada, derrotada. Quería salir corriendo.

¡¿POR QUÉEEE!!??? JODEEEEEEEEEEEEEEEEERRR!!! Haciendo un alarde de un autocontrol fuera de lo común, le explicaba que se hacía así, no como lo estaba haciendo ella. Y va y me dice, con voz cansina, como si fuera idiota y me estuviera perdonando la vida:
- Vaaaaleee... lo haremos como tú diiiices... - ¡¡¡¡AAAAAGGHH!!!!
También decía:
- ¿Qué más da? - Joder, señorita (más bien señora de barbilla prominente), lo tendremos que hacer bien, digo yo, ¿quién es la idiota aquí?

Deseaba con todas salir de allí, acabar la puñetera práctica. Y cuando al fin llegó...Aahhh, gloria!
Me tomé un reconfortante cafetito y ¡Hala! ¡A seguir con el día!

Supongo que tendrá que mejorar, porque no me imagino un día mucho peor que éste.